«Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti». (Is 60,1)
Hoy, día litúrgico de la Epifanía del Señor, presentamos el cartel anunciador del Solemne Vía-crucis de Nuestro Padre Jesús Nazareno que con motivo de la celebración del Año de la Fe tendrá lugar el próximo sábado día 19 de enero de 2013 a las ocho de la tarde. El cartel que en los próximos días inundará las calles de la villa y la capital es obra del prestigioso fotógrafo Daniel Villalba Rodríguez, al que agradecemos la inmensa labor artística que realiza con nuestros amantísimos titulares.
En este Año de la Fe, con los Solemnes Cultos y el Vía-crucis que nos disponemos a celebrar con la Imagen del Señor, nos dejamos iluminar por una página del Evangelio: El encuentro de Jesús Nazareno con la mujer samaritana (cf. Jn 4, 5-42). No hay hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaría, no se encuentre junto a un pozo con un cántaro vacío, con la esperanza de saciar el deseo más profundo del corazón, aquel que sólo puede dar significado pleno a la existencia. Hoy son muchos los pozos que se ofrecen a la sed del hombre, pero conviene hacer discernimiento para evitar aguas contaminadas. Es urgente orientar bien la búsqueda, para no caer en desilusiones que pueden ser ruinosas. Como Jesús Nazareno, en el pozo de Sicar, también la Iglesia siente el deber de sentarse junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para hacer presente al Señor en sus vidas, de modo que puedan encontrarlo, porque sólo su Espíritu es el agua que da la vida verdadera y eterna. Sólo Jesús es capaz de leer hasta lo más profundo del corazón y desvelarnos nuestra verdad: “Me ha dicho todo lo que he hecho”, cuenta la mujer a sus vecinos.
Esta palabra de anuncio – a la que se une la pregunta que abre a la fe: “¿Será Él el Cristo?” – muestra que quien ha recibido la vida nueva del encuentro con Jesús, a su vez no puede hacer menos que convertirse en anunciador de verdad y esperanza para con los demás. La pecadora convertida se convierte en mensajera de salvación y conduce a toda la ciudad hacia Jesús Nazareno. De la acogida del testimonio la gente pasará después a la experiencia directa del encuentro: “Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo”.
Hermanos/as, aprovechemos el Vía-crucis del Señor para acercarnos a Él, profundizar en la oración y aumentar nuestra Fe. Recordad que el reflejo de nuestra oración son las obras, y ese crecimiento significa ir creciendo en los frutos del Espíritu Santo, algunos de los cuales cita San Pablo en su carta a los Gálatas (5, 22-23): amor, alegría, paciencia, comprensión, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí... pues el Espíritu Santo va infundiendo ésos y otros frutos en el alma de todo aquél que reza. En el desierto, como la mujer la samaritana, se va en busca de agua y de un pozo del que sacarla: ¡Dichoso el que en él encuentra a Jesús Nazareno!
Feliz y provechoso Año de la Fe.
Foto cartel: Daniel Villalba, 2012.
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