En 2012 se han cumplido cuatro siglos de la construcción de este emblemático monumento, diseñado por Diego López Bueno y finalizada en 1612.
Salteras ofrece a todos sus visitantes una riqueza patrimonial e histórica de gran valor cultural y artístico, que hoy día constituye uno de los grandes atractivos turísticos del Aljarafe y la provincia de Sevilla. Entre sus monumentos y lugares de especial interés destaca la Iglesia Parroquial de Santa María de la Oliva, construida a lo largo de los siglos XVI y XVII, de estilo mudéjar con reminiscencias clásicas y renacentistas. Entre sus elementos más característicos destaca su emblemática torre, adosada a los pies de la nave izquierda y concluida en el siglo XVII. Rematada con un campanario de dos cuerpos y un chapitel ochavado recubierto de azulejos, la hermosa torre de Salteras ha cumplido 400 años en 2012.
En la torre podemos encontrar uno de sus elementos singulares, su reloj, que constituye un monumento a la mecánica relojera y al arte de construir relojes mecánicos, una profesión artesanal que tiende a desaparecer. Se construyó por iniciativa del Ayuntamiento de Salteras; tras la autorización de la Diócesis de Sevilla para su colocación en el templo, quedó completamente colocado el 1 de septiembre de 1865. Realizado en Bilbao, en la fábrica de José Zugasti e Hijos, y similar al de la Iglesia de San Lorenzo de Sevilla, ha sufrido diversas reparaciones y restauraciones, la última ejecutada en el año 2004 y que supuso su retorno a lo alto de la torre tras varios años en el consistorio.
El autor: Diego López Bueno (Sevilla, 1568-1632)
Respecto al autor de la torre de Salteras, Diego López Bueno, fue un importante arquitecto, escultor y retablista que desarrolló su actividad durante las primeras décadas del siglo XVII. Sus inicios artísticos tuvieron lugar en Sevilla, formándose bajo las directrices de su padrastro, el jiennense Andrés de Ocampo, y sobre todo del cuñado de su madrastra, el abulense Jerónimo Hernández, afincado en la capital hispalense al igual que Ocampo.* Como retablista dejó gran número de obras, muchas de ellas retablos pictóricos. Destacan por ejemplo el Retablo Mayor para el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla sobre un diseño de Asensio de Maeda (1601) y el que confeccionó para la Capilla de San Pedro de la Catedral de Sevilla, que contiene diferentes pinturas de Zurbarán (1619). Otras fueron destinadas a tierras americanas, como el retablo del Convento de Santo Domingo de Panamá. También realizó esculturas en madera, sirviendo de ejemplo las tallas de San Pedro y San Pablo de la Iglesia Parroquial de Santa María de Gracia de Espera (Cádiz). Desde 1612 hasta 1628 trabajó como arquitecto para la archidiócesis, realizando diversos diseños para edificios religiosos, entre ellos la portada norte de la Iglesia de San Lorenzo y la portada lateral de la Iglesia de San Pedro de Sevilla. Entre 1628 y 1632 participó en varias obras en el Alcázar de Sevilla, como el Monte Parnaso que se construyó en los Jardines del Laberinto en 1629 según diseño de Jerónimo de Guzmán.
Por su parte, la Iglesia Parroquial de Santa María de la Oliva fue construida por Alonso Beltrán, Pedro Díaz de Palacio, Juan de Burgos y Pedro Silva (siglos XVI y XVII). De planta basilical y distribuida en tres naves interiores, en su interior destacan pinturas y esculturas del siglo XVII, piezas de orfebrería de los siglos XVII y XVIII, y una lápida funeraria visigoda fechada en el año 520, perteneciente a la mártir cristiana Susanna Fámula, martirizada durante el reinado de Leovigildo. También es de gran valor histórico y cultural el retablo clásico que preside el templo, de connotaciones herrerianas esculiarienses, fechado en el siglo XVII y que dispone de algunos lienzos pertenecientes a la escuela de Ocampo.
Artículo publicado por Laura Liñán en la revista 'Salteras Actual', nº28 de diciembre de 2012.
*Referencia tomada de la web: http://www.lahornacina.com
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