
En el siglo V, el Papa Sixto III introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, “mox ut gallus cantaverit” (“en cuanto canta el gallo”). La misa tenía lugar en un pequeño oratorio, llamado “ad praesepium” (“junto el pesebre”), situado detrás del altar mayor de la Basílica paleocristiana de San Pedro. La celebración Eucarística de esta Noche Santa, comienza con una invitación instante y urgente a la alegría: “Alegrémonos todos en el Señor –dicen los textos de la liturgia-, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo”. El tiempo litúrgico de Navidad se prolonga hasta el domingo del Bautismo del Señor, el domingo que sigue al día de la Epifanía. (Por M. Narbona, Dr. en Historia)
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